www.revistalalaguna.com

"Arraianos" de Eloy Enciso

Imprimir Email

 

Eloy Enciso presenta “Arraianos”, una película que transita entre el género documental y la ficción. En su segundo largo, el director gallego adapta la obra de Jenaro Marinhas del Valle “O bosque”, utilizando para su puesta en escena a las gentes de la aldea gallega de A Raia.

Tras tu primera película Pic-Nic (2007), ¿Cómo nace “Arraianos”?.

Quería hacer una película en Galicia, lugar del que provengo. Una película para retratar aquel lugar, su paisaje y la musicalidad de su idioma, trabajando en la frontera geográfica a la vez que en la frontera de géneros. En aquel momento existía en Galicia una línea de apoyo específica para el cine de marcado carácter cultural y autoral y eso lo hizo posible.

 

Fotograma de Arraianos

 

La idea de utilizar actores no profesionales para una obra como “O bosque”, poseedora de cierto tono existencialista, estuvo presente desde el principio o es algo que surgió a lo largo de la preparación de la película?.

La idea de trabajar con actores no profesionales estaba ya en los primeros borradores del proyecto. Quería acercarme a aquella realidad rural retratando su cotidiano de forma naturalista y combinar este modo de representación con otro en el que los habitantes actuaran sus propias vidas. Un ejercicio de doble representación, en el que uno de estos acercamientos era más distanciado, es decir, en un tono no naturalista alejado del realismo. La intención fue retratar una misma esencia pero a través de dos aproximaciones a estos personajes. Este mundo de la representación enlaza con el mundo simbólico y alegórico de las tradiciones, mitos y relatos de la colectividad propios de Galicia. La obra “O bosque” apareció en el camino como una pieza clave porque habla de esto. Por otro lado, la musicalidad y plasticidad del idioma que consigue el autor fue también importante para decidirnos por este texto.

La película se ha realizado en cuatro años, ¿Ha sido un rodaje complicado?.

Lo fue, pero el plazo tan dilatado se debe a otros motivos. Hubo un trabajo de investigación previo de un año, al que se sumó otro año de trabajo con el texto antes de rodar, de memorización y preparación con los actores. Por otro lado, en este tipo de producciones independientes con procesos largos tienes que hacer “parones”, dejar la película por semanas, a veces meses, para atender trabajos que permitan llegar a fin de mes.

 

Arraianos es la película que imaginé, pero sólo en su esencia, en los deseos y motivaciones originales: retratar Galicia y su lengua, la convivencia de dos mundos simbólicamente muy distintos pero complementarios... El resto, pienso que afortunadamente, se transformó a lo largo del proceso para incorporar cosas nuevas, inesperadas, y mostrar el diálogo entre esas ideas y la propia realidad.

Ya desde el cartel se intuye un cuidado tratamiento de la imagen, esa mujer asomada a la ventana inevitablemente recuerda a Vermeer o Hammershoi...

Casi toda la película se filmó con luz natural, es sobre todo un trabajo basado en la observación y aprovechamiento de escenarios naturales. Es muy importante tanto para mí como para Mauro Herce el fotógrafo el trabajo del encuadre, de la luz y de la relación figura-fondo, intentando hacerlo en equilibrio con el entorno. Dedicamos bastante tiempo a recorrer la zona, buscar los rostros, lugares y momentos que, por una razón u otra, nos inspiran y de forma natural tienen ese potencial icónico y simbólico que creo toda persona que trabaje con la imagen busca.

 

 

“Arraianos”, ha contado con un presupuesto modesto y un reducido equipo técnico, ¿estas limitaciones han condicionado el resultado final o la película que imaginaste se parece bastante a la que finalmente se rodó?

En mi caso trabajar con un equipo reducido es una decisión que se debe a un modo de entender el cine, no tanto a limitaciones presupuestarias aunque obviamente las hay. Aunque nunca he contado con presupuesto para plantearme un gran equipo, prefiero elegir el privilegio del tiempo y una mayor libertad de búsqueda que un equipo grande, que permite ser muy eficaz en la recreación de una idea previa pero que es mucho menos flexible en el diálogo con la realidad circundante. Como quiera, las limitaciones vienen dadas en esencia por el dinero, porque éste va a determinar cuánto tiempo creativo uno puede comprar para sí mismo y para un pequeño grupo de personas, que por lo general dejarán sus casas y se dedicarán a tiempo completo a un proyecto durante cierto tiempo. Arraianos es la película que imaginé, pero sólo en su esencia, en los deseos y motivaciones originales: retratar Galicia y su lengua, la convivencia de dos mundos simbólicamente muy distintos pero complementarios... El resto, pienso que afortunadamente, se transformó a lo largo del proceso para incorporar cosas nuevas, inesperadas, y mostrar el diálogo entre esas ideas y la propia realidad.

¿Qué importancia le das al montaje?. ¿Durante todo el tiempo de la producción realizaste versiones distintas?

Toda. Es el momento donde, para bien y para mal, se ve cómo se materializaron las ideas, deseos e intenciones formales iniciales. El montaje es el paulatino proceso de descubrir (y aceptar) la película posible, pienso que mejor que la prevista si uno está dispuesto a escuchar. En mi caso suele haber muchísimos montajes, paulatinas renuncias y acercamientos a la forma final, a saber aceptar y amar no sólo lo que la película es, sino también lo que no es.

 

El espectador está tan acostumbrado a ser manipulado y maltratado que cuando se le habla con respeto y como lo que realmente es, una persona inteligente y sensible, a veces se incomoda, se siente confundido, un poco perdido.

 

El sonido juega un papel fundamental en la película...

Sí, inevitablemente. El sonido es el 50% de una película. En Arraianos trabajamos la banda sonora con la intención de, a partir siempre de elementos naturales, expandir esa noción de realidad. Crear cierta ambigüedad, como en la primera escena nocturna en la que oímos algo parecido a unos cencerros que vienen y van, pero vemos un pueblo vacío... Ampliar junto con la memoria sensitiva del espectador el mundo factual, el de los objetos, los gestos y el trabajo. En ciertos pasajes del film el sonido tiene sin ninguna duda el protagonismo de la película. Esta forma de trabajo es poco habitual en el cine convencional, donde el sonido suele jugar un papel muy pobre, de ilustración redundante de la imagen o como contenedor de músicas y ambientes cuyo único objetivo es forzar estados emocionales sin matices: rechazo, intriga, violencia, moralismo... El espectador está tan acostumbrado a ser manipulado y maltratado que cuando se le habla con respeto y como lo que realmente es, una persona inteligente y sensible, a veces se incomoda, se siente confundido, un poco perdido.

 

 

Rodar en Galicia y que la naturaleza no se desborde a lo largo de cada plano es casi un imposible, esa forma apabullante con que se manifiesta aparece en la película como un todo que acentúa lo efímero del ser humano...

Es cierto, aunque al mismo tiempo existe el peligro de ser un cliché, se puede virar en contra. Nos interesaba esa paradoja que encierra la naturaleza, encarnada en la película en la figura del bosque: es concreto, material, un hecho... pero en su intento de representación se convierte, casi inevitablemente, en algo abstracto, misterioso, forzosamente alegórico. La naturaleza es una mezcla de luz y oscuridad, abrigo y lugar potencialmente peligroso, espacio de vida y decadencia. Un lugar contradictorio, donde el individuo se ve confrontado con sus mitos, deseos y fragilidades. Arraianos se sirve de esas sensaciones contradictorias para reforzar esta idea de que la naturaleza y el paisaje, también los gestos cotidianos, especialmente los del trabajo, están íntimamente ligados con el mundo de la representación, las ideas y ciertas creencias y tradiciones que van más allá del conocimiento racional: la parte mítica que se desprende, naturalmente, de una lectura atenta de la propia realidad.

 

En general los protagonistas del film tienen confianza en que los valores positivos acaban imponiéndose: el amor, la fraternidad, la sabiduría... Ellos me hicieron ver que el solo hecho de pensar que de entre los cientos de generaciones que ha habido justamente ésta suponga el fin de estirpe, el fin de cualquier cosa, es síntoma de ceguera, de una visión egocéntrica y auto indulgente. En definitiva de poca fe en el ser humano.

 

Es inevitable hablar de la nostalgia que impregna a la película, hablando con personas mayores se suele tener la impresión de haber perdido cosas realmente valiosas: el arraigo, la fraternidad, la humildad y sabiduría de las gentes del campo...

Pienso que estamos en una época de cambio de paradigma, lo cual no significa necesariamente extinción. En cierto modo las cosas permanecen en nosotros, si se están apagando o perdiendo pienso que se debe más a nuestra ceguera y hedonismo consumista que a los cambios tecnológicos o migratorios, que suponen simplemente un nuevo contexto. Haciendo la película confronté mi propia idea preconcebida de una extinción del mundo rural y los valores que nombras. En general los protagonistas del film tienen confianza en que los valores positivos acaban imponiéndose: el amor, la fraternidad, la sabiduría... Ellos me hicieron ver que el solo hecho de pensar que de entre los cientos de generaciones que ha habido justamente ésta suponga el fin de estirpe, el fin de cualquier cosa, es síntoma de ceguera, de una visión egocéntrica y auto indulgente. En definitiva de poca fe en el ser humano.

 

 

A primera vista “Arraianos” nos recordó la magnífica "Innisfree" (1990) de José Luis Guerín o el hermoso homenaje que Jacques Demy hizo en su primera película a la pareja de almadreñeros que recogieron a Demy y a su hermano Yvon durante los bombardeos de Nantes...( Le sabotier du Val de Loire (Jacques Demy, 1955). ¿Qué referentes cinematográficos tienes?

Son bastante amplios, situaría a Pasolini al frente por su diversidad como creador, por su coherencia ética y por su legado, una obra increíble que muestra, ante todo, una mirada sincera, humanista, que transmite un gran amor por las personas, por sus rostros y sus cuerpos.

Estudiaste Cinematografía en la Escuela de San Antonio de Baños en Cuba, tanto en cuestiones técnicas como artísticas, ¿es importante la formación en escuelas de cine para dirigir películas? ¿Prefieres los directores con una formación académica o los vocacionales que se dejan llevar por su intuición?.

Por lo general, los buenos directores combinan los dos aspectos que mencionas: son vocacionales y a la vez tienen una formación, independientemente de si la adquirieron en una escuela de cine o en otro lugar. Han visto bastante cine, o al menos el que han visto lo han visto con mucha atención, y pienso que gracias a eso pueden confiar en su intuición. Al igual que con un médico o un bombero, si tengo que ponerme en las manos de un director lo único que verdaderamente me importa es que haga bien su trabajo. Si además es buena persona e incluso concuerdo con sus ideas mucho mejor pero eso es, en cierto modo, algo secundario. Lo importante son las buenas películas. Los directores y las escuelas sólo tienen alguna importancia si nos ayudan a disfrutar mejores películas. En mi caso ir a la escuela fue de una gran ayuda.

 

 

Alentar el odio desde un puesto público es un crimen y dejar morir el cine, bien sea por desidia, por arrebato absolutista o por decreto presupuestario, es un error del que pienso nos arrepentiremos siempre.

 

 

¿Tienes pensada la historia para tu próxima película?

Sí, de hecho hay varios proyectos en ciernes. El que prospere uno u otro va a depender de cómo conseguir crear el tiempo creativo del que hablaba. Personalmente siento todo muy frágil, una fractura creciente entre capacidad creativa y posibilidades profesionales, dos aspectos que en principio deberían aproximarse con los años. Como profesional, veo que mediática y políticamente se arrincona una profesión, el cine en su conjunto, y en ese sentido parece poco realista pensar más allá de un formato de autoproducción. La situación es muy complicada porque el cine español, en su conjunto y sin ningún tipo de matices ni diferenciaciones, se ha convertido en un arma de agitación electoralista. En un país como España, entrar en esa zona es casi la peor condena posible. Uno siente que si no hace nada, la profesión se hunde; y si hace o dice algo, da igual lo que sea, se manipula para contribuir a esa agitación de fines electoralistas. La política en España es como tener un compañero de piso con trastorno bipolar. Da igual lo que hagas o digas, serás culpable, al menos la mitad de las veces. A mí también me parece que el cine de este país puede mejorar mucho su calidad, pero lo que se viene promoviendo e incitando es, además de tramposo e injusto, históricamente un error muy grave. Todos los gobiernos de uno u otro color que persiguieron en algún momento su cine han sido después vergüenza para su propio pueblo y para el mundo entero. En Chile, en la URSS, en el Hollywood de la caza de brujas, en Irán hoy día... Visto en el tiempo y en la distancia siempre hiela la sangre ver esa crueldad obsesiva con una expresión cultural, en este caso el cine. Alentar el odio desde un puesto público es un crimen y dejar morir el cine, bien sea por desidia, por arrebato absolutista o por decreto presupuestario, es un error del que pienso nos arrepentiremos siempre. Por otro lado, creativamente es un momento muy interesante porque las imágenes multiplican su nivel de verdad cuando son atacadas. El ataque subraya su carácter poderoso. El cine español se encuentra claramente en una dinámica contraria a la extinción. Cada vez hay más variedad de miradas y propuestas, la mayoría eso sí muy poco visibles para el público general. Hay más y mejor, pero más invisible. En esas estamos muchos autores, cineastas también, peleando contra la precariedad, la invisibilidad y un interlocutor con trastorno bipolar crónico.

 

FICHA TÉCNICA

Idiomas: Gallego, portugués
Formato: Digital
Duración: 70 min.
Color, Dolby 5.1
Reparto: Eulalia González, Aurora Salgado, Celsa Araujo, Antonio Ferreira
Director: Eloy Enciso Cachafeiro
Productores: Carlos Esbert, Eloy Enciso Cachafeiro
Guionistas: José Manuel Sande, Eloy Enciso Cachafeiro
Co-guionistas: Mauro Herce y Manuel Muñoz
Productores Asociados: Felipe Lage Coro, J.M. Sande, Beli Martínez
Directoras de Producción: Rocío Cabrera, Beli Martínez
Dirección de Actores: Manolo Fontemoura
Fotografía: Mauro Herce
Asistente de Cámara: Jordi Ruiz
Sonido: César Fernández, Joaquín Pachón
Montaje: Manuel Muñoz
Colaboración en Montaje: Nino Martínez Sosa
Diseño Sonoro: Vasco Pimentel,
Tiago Matos
 
Distribución y Ventas:
CineBinario Films
Estreno: 13 de septiembre de 2013
Sitio web: www.arraianos-film.com

 

SINOPSIS
En este retrato sobre un pequeño pueblo perdido en los bosques entre Galicia y Portugal, momentos de ficción conviven con el cotidiano de sus habitantes, los arraianos, ahora actores que representan su propia vida. Realidad, mitos y sueños se funden en este film libremente inspirado en la obra O bosque del dramaturgo Jenaro Marinhas del Valle. Una película sobre el tiempo, la memoria y la musicalidad de la palabra.

 

 

NOTAS DEL DIRECTOR
Pensando en cómo combinar en la película la trama de la obra O bosque con el registro del cotidiano, leí en los diarios de Vertov una reflexión sobre la naturaleza de la imagen que acabó por ser importante para el proceso de creación de la película: “Si filmas una manzana real y una falsa de modo que no puedas diferenciarlas, eso no significa que sepas filmar. Significa de hecho lo contrario. Deberíamos filmar la manzana real de tal forma que no sea posible ninguna imitación”. En vez de trabajar en la frontera de géneros con un solo lenguaje híbrido, decidí explorar dos lenguajes aparentemente antagonistas que no tuvieran otra alternativa que coexistir y crear un diálogo entre ellos, como el hombre y los animales o la realidad y los sueños hacen.
 
En este sentido, la identidad geográfica a la que hace referencia el título (los arraianos, habitantes de la frontera galaico-portuguesa) es un pretexto para hacer un film fronterizo en el sentido de la dualidad entre realidad e imaginación: lo que se imprime en la memoria como una mezcla de realidad y la construcción mítica de esa realidad.
 
Existía también el deseo y el reto del trabajo con el idioma, poder retratarlo no tanto como vehículo de mensaje sino ante todo como expresión plástica y musical. Se eligió O Bosque como el texto para trabajar este aspecto porque me pareció que el autor se acerca a esa idea que defendía Straub: “hacer que las piedras sean como palabras y las palabras como piedras”. Por ese deseo y por el de retratar cierta esencia del lugar, quise trabajar con actores no profesionales en un registro no naturalista. Explorar esos pequeños gestos, sutiles movimientos o giros de la voz que muestran quién es, a pesar de todo, la persona que encarna al personaje; es decir, ese sustrato o esencia documental (y plástica) que sobresale y brilla, precisamente, a partir de un dispositivo de ficción.
 
En Arraianos, el conflicto de los personajes o el contexto histórico en el que ocurre el film está planteado de forma abierta. Esta decisión genera a veces debates con amigos o espectadores acerca de por qué no mostrar claramente en qué tiempo ocurre, cuál es “el tema principal” o qué conclusión debemos extraer del film. Trabajar de este modo no se debe a una voluntad intelectual o de abstracción, sino a querer proponer al espectador una relación en primer lugar sensible con las imágenes y el sonido. Trasladarle también parte de la responsabilidad (el privilegio en realidad) de decidir el sentido de la búsqueda y lucha de los personajes, del film en su conjunto. Que se produzca un diálogo con la memoria, en la cual existen conflictos, incongruencias y significados abiertos que cambian en el tiempo. La intención última es intentar no embalsamar las imágenes, que sean porosas para que continúen estando vivas una vez ha terminado el film.

 

Eloy Enciso Cachafeiro

Nacido en Meira (Lugo), estudió dirección de documental en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, Cuba. Tras sus primeros cortometrajes, en 2007 completa su primer largometraje, Pic-nic, que participa en festivales internacionales y obtiene premios dentro y fuera de España. Su último trabajo, Arraianos (2012), ha tenido un amplio recorrido por festivales de referencia internacional como Locarno, Viennale, Doclisboa, Montreal, BAFICI o Sevilla, obteniendo en estos dos últimos el premio a la mejor película. Eventualmente trabaja como programador de cine o impartiendo talleres y cursos de cine. Antes de dedicarse al cine, se graduó en Ciencias ambientales.


 
FILMOGRAFÍA: Arraianos. 2012. 70min/DCP, color. // Pic-nic. 2007. 75min/35mm, color. // La clase. 2003. 29min/video, color. // Isa003. 2003. 7min/16mm, color. // Funk the wheel. 2002. 7min/video, color-B&N. // No tan buena vista. 2002. 13min/video, color.

 

 

Que nuestra habilidad sea crear leyendas a partir de la disposición de las estrellas,
pero que nuestra gloria sea olvidar las leyendas y contemplar la noche limpiamente.

Leonard Cohen