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hay que decir desde un punto de vista histórico. Y es
que Henri Beyle –el hombre detrás del seudónimo de
Stendhal- no sólo logra mostrar con acuciosa minu-
ciosidad el aspecto psicológico característico de cada
personaje de su novela, sino que también es un exce-
lente retratista de la sociedad decimonónica francesa.
Tanto en las descripciones de las fiestas y reuniones
sociales como en la narración de los arrebatos antiso-
ciales del protagonista Julien Sorel, Stendhal nos pre-
senta los complicados sistemas de relaciones de una
sociedad en donde la aristocracia y la burguesía
luchaban por mantener su estratificación en base al
prestigio y el ceremonial cortesano. En este sentido,
Rojo y negro es una importante fuente para cualquier
análisis histórico y sociológico de la sociedad francesa
de la primera mitad del siglo XIX, la cual conservaba
aún ciertos elementos básicos de distinción propios
de la sociedad cortesana dieciochesca.
De igual manera, el odio de Julien Sorel hacia el
estrato superior de la sociedad francesa de su tiempo
no es sino una alegoría del sentimiento de libertad in-
dividual que comenzaba a incubarse desde fines del
siglo XVIII. Este sentimiento será parte importante
del Sturm und Drang y del movimiento romántico
europeo, en donde la exaltación del individuo y sus
anhelos buscará romper con el convencionalismo
exacerbado y con el sentimentalismo fingido de las
clases altas.
El protagonista de Rojo y negro puede ser com-
prendido así como el ícono del idealista revolucion-
ario deseoso de romper con el establishment y de
destacar por sus propios méritos dentro de una so-
ciedad que vive de las apariencias y las frivolidades.
Para un héroe de novela como Julien Sorel, el prin-
cipal valor es el deseo de ruptura moral, aun cuando
aquello lo lleve en ocasiones a traicionarse a sí mismo
y a sus sentimientos. El anhelo de libertad se muestra
entonces, a través de la novela, como una válvula de
escape al tedio social y a la corrupción que supone un
entramado de relaciones humanas basado en la intri-
ga y el engaño, cuyo único objetivo es alcanzar pres-
tigio y poder. En relación con lo anterior, la función
del dinero como nuevo articulador de las relaciones
de poder, se presenta ante Sorel como la degradación
máxima de una sociedad que ahora cambia el honor
y la virtud aristocrática-militar, por aquél que es posi-
ble comprar sin mérito personal alguno. Se eviden-
cia entonces una exaltación del héroe, encarnado en
la figura de Napoleón, a quien Julien admira secreta-
mente. El combate del protagonista de Rojo y negro
se vuelve una búsqueda de nuevos principios, de un
orden que aún busca rescatar algunos elementos de
la tradición, a pesar del anhelo de superación hacia
el futuro. Así pues, como quien espera una edad de
oro –o un Napoleón- que rescate lo bueno del mundo
que se ha perdido, Julien acaba convirtiéndose, tras
su muerte, en un mártir del ideal romántico revolu-
cionario. Condenado por la propia sociedad en la que
basó sus ambiciones de poder, y que le permitió tras-
cender su estrato original, Sorel cae en las contradic-
ciones propias de su personalidad y de su época. La
maestría de Stendhal al proporcionarnos tal retrato de
la Francia de comienzos del siglo XIX es innegable.
Pero no sólo como cuadro de época es que Rojo y
negro ostenta el rótulo de clásico.
También es una soberbia muestra de una novela
psicológica única, en donde cada personaje es traza-
do por Henri Beyle con una habilidad envidiable.
La pasión, el heroísmo, la voluntad y las luchas in-
ternas de Julien Sorel contrastan con la inocencia y
sinceridad femeninas de la señora de Rênal y con la
aparente serenidad aristocrática de Matilde, tras la
cual se esconde el deseo de amar, más que a un hom-
bre, a un héroe. Desde esta consideración, nada hay
que Stendhal tenga que envidiar de la poética revolu-
cionaria-romántica de Lord Byron, o de la exaltación
del héroe que hacen Víctor Hugo y Thomas Carlyle,
pues, en cierta forma, Stendhal se ha convertido en
El protagonista de Rojo y negro puede ser
comprendido así como el ícono del idealista
revolucionario deseoso de romper con el
establishment y de destacar por sus propios
méritos dentro de una sociedad que vive de las
apariencias y las frivolidades.
El anhelo de libertad se muestra entonces, a través
de la novela, como una válvula de escape al tedio
social y a la corrupción que supone un entramado de
relaciones humanas basado en la intriga y el engaño,
cuyo único objetivo es alcanzar prestigio y poder.
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