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EDITORIAL
El inaugural número 0 de marzo de LA LAGUNA ha sido, para
la efímera gloria y exigua vanidad de estos mortales escribientes
y mecanos, un gustazo haber recibido muchas decenas de felici-
taciones y es un placer poder contarlo y un feliz deber agrade-
cerlo. Decimos decenas y no cientos porque es la verdad, cuando
sean cientos también lo diremos, ávidamente. En este retorcido
y singular lugar que habitamos eso no es sólo suficiente sino que
es más que bastante, más si sabemos que para que alguien reco-
nozca la labor de otro y además lo diga y lo visualice es, como
poco, un milagro, de los de verdad.
Poco a poco, gota a gota, LA LAGUNA, esa alberca que hay
que llenar…
Si ya resulta difícil poner en marcha cualquier iniciativa cul-
tural, más difícil todavía lo es para las que como esta, obliga-
toriamente, han de modificar totalmente sus contenidos de una
edición a otra, como es el caso de las publicaciones culturales y
propuestas literarias en general que, además, exigen la respuesta
activa y comprometida del usuario o público, en este caso con la
imprescindible lectura e incluso, si se quiere, con la reflexión de
lo leído, lo que como mínimo es muy recomendable por higiene
mental.
Desconocemos si los usuarios reales de la Revista Cultur-
al LA LAGUNA ejercen de lectores como tales, pero lo que sí
conocemos son los datos que nos facilita el contador del servidor
de Hispanaweb, la empresa editora, y que nos dice que hasta el
día de hoy, 5 de mayo de 2013, el número 0 de esta Revista Cul-
tural ha sido visitada y vista la totalidad de sus páginas 1.995
veces y que han sido registradas 994 descargas, todas ellas, unas
y otras, desde ordenadores y teléfonos móviles distintos, lo que
nos da una idea del alcance ¡y altura! de esta bendita locura a la
que se accede fácil y libremente,
pero que requiere del interés
personal del usuario, de su esfuerzo, voluntad e intención ob-
jetiva, quizá también de cierta inquietud cultural y, además, del
LA LAGUNA Revista Cultural
JUNIO-JULIO 2013 / Núm. 1
manejo de las nuevas tecnologías y del tiempo empleado… todo
eso.
Del mismo modo, cuando se edita y se publica un libro de,
por ejemplo, Arturo Pérez-Reverte, nos dicen el número de
ejemplares vendidos en las librerías, normalmente cientos de
miles, pero nadie nos dice ni nos puede decir si el número de
libros vendidos coincide realmente con el número de lectores/as
o lecturas. Aquí el esfuerzo también es indiscutible, acudiendo a
una librería, buscando el libro, llevarlo a caja y pagarlo, normal-
mente por encima de los 20 euros. Aquí hay interés, inquietud,
esfuerzo personal y económico, voluntad e intencionalidad ob-
jetiva, no hay duda.
Donde no hay punto de comparación y sería bueno que no
nos confundamos es en el hecho habitual de dejar apilados en
la barra o mostrador de cincuenta bares o comercios la cantidad
de veinte folletos y concluir que multiplicando cincuenta esta-
blecimientos por veinte folletos quiera esto decir que lo leen,
cincuenta por veinte, ¡mil personas! Aquí el único esfuerzo,
cuando existe, es el de coger el folleto y abrazarlo entre las axi-
las, probablemente, no nos engañemos, para leerlo sentado en
el wáter, ese sitio adonde habitualmente nos llevamos lecturas
intrascendentes, de usar y tirar, cuando se usan.
En el caso de la Revista Cultural LA LAGUNA la prueba de
que el algodón no engaña es tan evidente como demostrable, no
ya por sus contenidos sino por su variedad y calidad temática,
también por su preciosismo y cuidado diseño.
Para finalizar queremos recordar, lo que siempre es bueno,
que LA LAGUNA nace desnuda de intereses económicos y de
ningún tipo, se entiende que espurios, y que su pretensión es
la difusión cultural sin más y, nunca mejor dicho, por amor al
arte. Y que es una satisfacción enorme poder decir “ahí va el
número 1”.
Abre sus páginas, paséate con ellas… y disfruta.